martes, 3 de marzo de 2009

Leísmo

Qué es y tipos de leísmo
El leísmo es el fenómeno gramatical que se produce cuando se utilizan los pronombres personales átonos de complemento indirecto (le y les) en función de complemento directo en vez de los pronombres personales átonos de complemento directo (la, las, lo o los). Un ejemplo de leísmo sería "Juan le entregó" en lugar de "Juan lo entregó", cuando el pronombre se refiere a un complemento directo.
Se trata de un problema muy extendido, aunque es característico de la mitad norte de España y de ciertos dialectos.
Por ello, la Real Academia Española ha acabado aceptando el leísmo cuando el complemento directo es una persona de sexo masculino (ejemplo: "a Pepe le escuché ayer"). El uso de este tipo de leísmo en plural se desaconseja en el habla culta, aunque no se prohíbe.
Existen otros tres tipos de leísmos, que son el aparente o falso leísmo, el deferente o de cortesía y el de contacto.
Existen verbos que son transitivos pero que pocas veces van acompañados de complemento directo de forma explícita. Esto pasa, por ejemplo, con el verbo "pegar". Esto es lo que origina el leísmo aparente o falso leismo, en el que se le asignan al verbo dativo o acusativo según el significado que se quiere dar. En ocasiones se dice "el boxeador le pegó a su contricante [un puñetazo]" o "el boxeador lo pegó [a su contrincante]".
El leísmo deferente (o de cortesía) consiste en la aplicación de le o les para la segunda persona de cortesía (usted o ustedes). Esto se usa tanto en femenino como en masculino y su uso llega a todas las zonas de habla hispana. La RAE recomienda este tipo de leísmo, que se usa especialmente en relaciones de autoridad. La frase "¿le puedo ayudar en algo?" es un ejemplo típico de este caso.
En zonas en las que se hablan dos lenguas, compartiendo el castellano hábitat con otra lengua, aparece el leísmo de contacto, es decir, que tiene su causa en la influencia de la segunda lengua. Se asimilan los pronombres de dativo y acusativo de forma que en todos los casos se usa le. La RAE lo considera vulgar y se produce por la dificultad que entraña la distinción castellana, que no existe en lenguas como el guaraní o el euskera.
Leísmo en medios de comunicación
Debido a que la zona centro de España es la más prolífica en lo que a medios de comunicación se refiere, es normal que el frecuente leísmo que existe en esta zona haga su aparición en sus respectivos medios.
A continuación los siguientes ejemplos muestran la verdadera realidad el problema en medios tan prestigiosos como El País a día 19 de enero de 2008:
“Ya no es tabú ni pecado. A los 14 años, como media, los adolescentes españoles se estrenan en las relaciones sexuales. A los adultos les sorprende esta precocidad porque la comparan con su propia experiencia, pero si se contrasta con la iniciación de jóvenes de países cercanos no hay lugar para el asombro. Ingleses, franceses o portugueses experimentan antes.”
- Lo correcto en este caso es decir los sorprende. Es cierto que se trata de un leísmo en tercera persona del plural, algo no tan común como el de tercera persona del singular.A pesar de eso no es excusa para un diario de tirada y relevancia tan importante y por su influencia en los lectores y para la sociedad.
Origen y evolución del leísmo
El intento de describir las reglas que rigen el empleo de estos clíticos ha sido un problema ya desde los siglos XVI y XVII, en los que los gramáticos no conseguían ponerse de acuerdo. La problemática se ha mantenido desde entonces hasta nuestros días, pero la continua disparidad de opiniones han definido el leísmo, el laísmo y el loísmo, como fenómenos complejos que todavía no somos capaces de entender.En muchos idiomas el objetivo de ordenar de una forma más sencilla las funciones del dativo y acusativo ha producido un cambio en la forma de uso de uno con otro y viceversa.Este cambio es una innovación del español respecto al latín sin igual en ninguna de las otras lenguas romances. Y supone una tendencia a acabar con la diferencia funcional de los viejos casos del acusativo y el dativo por medio del género.En nuestro idioma perduran solo en su declinación como pronombres.Esta distinción ha desaparecido en la mayoría de los casos, en los que la lengua castellana utiliza preposiciones para sustituirla.

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