jueves, 5 de marzo de 2009

Cine y Lenguaje

Cine y lenguaje

Cuando se inventó el cine, no se había encontrado la forma de grabar el sonido para que acompañara a la imagen. Eran puros fotogramas en movimiento. Sin embargo, desde el primer momento, esto resultaba insuficiente y se hacían esfuerzos para incluir la palabra en el primigenio cine, el cine mudo, usando carteles y rótulos.

La palabra nunca ha quedado desligada de este medio audiovisual. Poetas como Jean Cocteau, de hecho, vieron en el cine una nueva posibilidad para expandir el mundo de las letras. Por ello, el cine es un medio interesante para estudiar desde el punto de vista lingüístico. Se imbuye de las corrientes literarias y de las formas de hablar de su época, pero también influye en gran medida en el habla.

Vamos a estudiar determinados aspectos del cine y su uso del lenguaje, aunque no vamos a detenernos en todos, pues la tarea sería ardua y muy extensa y no tendría lugar en nuestro trabajo.


Influencia del lenguaje del cine en el habla cotidiana

José Luis Borau, nuevo académico de la lengua española, es un estudioso de este tema y ha supuesto un soplo de aire fresco en la RAE. Habiendo sido él director de cine, reconoce el importante papel del lenguaje cinematográfico y ha investigado sobre ello.

No nos damos cuenta, quizás, de ello, pero gracias al séptimo arte nuestros horizontes lingüísticos se han ampliado mucho y de una forma muy natural. Tecnicismos como fotograma, fotogenia, doblaje o montaje, directamente importados de la jerga del mundo del celuloide, están totalmente asentados en el habla corriente. ¿Quién no dice flashback, playback, standby, sketch, cameo, remake o gag?

A medida que el cine iba fascinando a la gente, el hablante empezó a desarrollar expresiones como “una casa/un coche de cine” o “pasarlo de cine” y los grandes actores pasaron a ser “estrellas de cine”. Incluso los grandes personajes del cine iban conformando sus palabras propios. Una “charlotada” es un espectáculo cómico y, de vez en cuando, usamos como sinónimo de surrealista “buñuelesco”.

El cine nos ha brindado mundos desconocidos que han conquistado su rinconcito en la lengua castellana. Un ejemplo muy claro sería el del lejano Oeste, Western o de las películas de vaqueros, también llamados cowboys. Todos sabemos quién es un “sheriff”, a qué se va a un “saloon” y qué tipo de arma es un “colt”. Por supuesto, además de unos vocablos propios, nos ha dejado conceptos y expresiones muy curiosas. Nadie quiere quedar mal y ser “el malo (villano) de la película”, y si uno tiene dificultades al andar probablemente vaya “más lento que el caballo del malo”.

Las películas de gangsters estarían, muy probablemente, en segundo lugar, viniendo con “bajos fondos”, “thriller”, “pasta”, “de los grandes” o “machacante” bajo el brazo. Cuando hoy decimos “pastón”, en realidad estamos inconscientemente perpetuando el legado de las películas de mafiosos. El argot tan peculiar de estas películas se ha infiltrado ya en los diccionarios de los hablantes hispanos.

“Glamour”, “vampiresa”, “friki” o “gay” son palabras que, aunque no lo parezcan, vienen directamente del cine. Si bien es cierto que, en el caso de los dos últimos, los términos no los inventó, sí que les dio nuevo significado.

Por último, el cine nos ha dejado una lista larguísima de locuciones y expresiones que usamos en la vida diaria, sacadas de guiones de películas que han significado un hito en la sociedad. A veces pensamos que “la vida es una tómbola” o actuamos de tal forma por “exigencias del guion”, pero tenemos el consuelo de que “siempre quedará París”. Si nos pretendemos mofar de alguien, quizás le digamos “la cagaste, Burt Lancaster”.

La lista de frases que la sociedad ha retenido es más grande de lo que se piensa. Muchas las usamos a modo de refranes; otras, como bromas. Lo importante es que se han almacenado en la conciencia colectiva de la gente y son tan válidas para expresarnos como las palabras más castizas. Algunas nos revelan datos claves de las películas (“yo soy tu padre”) y otras no provienen del guion, precisamente, sino del título (“con faldas y a lo loco”). Personajes extravagantes y terroríficos como Gollum daban escalofríos, como cuando éste decía “mi tesoro” en “El Señor de los Anillos”. La muy premiada película de Tom Hanks “Forrest Gump” ha dejado frases memorables como “la vida es como una caja de bombones: nunca sabes lo que te va a tocar” o “corre, Forrest, corre”. Siguiendo esa correlación éxito-frases célebres, Don Vito Corleone en “El Padrino” será recordado por “te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar” y la identidad de Bond nos quedó clara cuando dijo: “mi nombre es Bond, James Bond”.

El cine de acción ha sido una mina de frases impactantes. Así, Terminator nos sorprendió a todos cuando dijo su famoso “volveré” o “sayonara, baby” (“hasta la vista, baby” en versión original). Robert de Niro se hizo famoso diciendo “you talking to me?” (“¿me estás hablando a mí?”) en Taxi Driver, y desde entonces no paró de ascender en su carrera. John Rambo, en la guerra de Vietnam, pronunció su famoso “no siento las piernas”, enormemente parodiado. Este lenguaje de tipo duro se ejemplifica perfectamente con el siguiente ejemplo:

http://www.youtube.com/watch?v=M-iyw8ugt8I

o

http://www.youtube.com/watch?v=KFMz_YaKlFw

Curiosamente, “elemental, mi querido Watson” es algo que a Sir Arthur Conan Doyle nunca se le ocurrió. Sí se le ocurrió a George Lucas “que la fuerza te acompañe”, dicho en el habla castellana en tono jocoso. Aunque no tan jocoso es “el día después”, importado del inglés por medio de la película “The Day After”, cuyo uso ha supuesto un verdadero quebradero de cabeza para los gramáticos hispanos


Las adaptaciones americanas

Habría que aclarar es que a pesar de disponer en España actores de doblaje de enorme talento, las traducciones de los guiones en bastantes casos dejan mucho que desear. Y no solo ocurre con los guiones, sino también con los títulos de las películas.

- La película “Hidden Agenda” se tradujo literalmente por “Agenda Oculta”, cuando en realidad en inglés esa expresión se refiere a tener intenciones ocultas, y generalmente aviesas. De ahí que la película no tenga nada que ver con agendas, sino con una filtración que hace un gobierno con la intención de generar una reacción.

- La película “Homicide” se tradujo erróneamente por “Homicidio”, cuando en inglés americano esta palabra se usa para designar al departamento de Homicidios de la policía. Por ello el título apropiado hubiera sido “Departamento de Homicidios”.

- En “¿Qué me pasa, doctor?”, la mala traducción viene de la comúnmente empleada expresión inglesa de “what’s up doc?”, que es la frase que siempre dice Bugs Bunny. Además es una Aquí en los dibujos animados se tradujo acertadamente con el juego de palabras “¿Qué hay de nuevo, viejo?”, ya que en su idioma original es una forma de saludo, no tiene un significado literal. El nombre de la película viene de una escena en el avión en que se ven estos dibujos animados, y que le ayudan al protagonista a tomar una decisión.

- La película “Cosas que diría con sólo mirarla”, viene de “Things you can tell just by looking at her”, una expresión muy común en inglés: “things you can tell” hace referencia a cosas que se perciben sin necesidad de ser contadas, que se notan…
Así el título apropiado para esta película hubiera sido “cosas que notas cono sólo mirarla”.

- “Yo te saludo María” viene del francés “je vous salue Martie”, que es en esta lengua la primera frase del “ave maría”, con lo cual la traducción literal carece de sentido, y tendría que haber sido “Dios te salve Mría”.

- Hay otras traducciones que pierden totalmente el sentido, como “Carlito’s way” por “Atrapado por su pasado”, o “Scarface” (cicatriz/cara cortada) por “El precio del poder”.

-Otro ejemplo, en este caso aún por estrenar: “Inglourious Basterds”, de Quentin Tarantino, que se va a traducir literalmente por “Malditos bastardos”, cuando el equivalente más inmediato de del insulto inglés “bastard” sería “hijo de puta”, o en su caso “cabrón”. “Bastardo” ni siquiera es un insulto per se en castellano.
“Inglourious” sí podría pasar por maldito en alguna acepción.
Pierde fuerza con esta traducción.

- Un muy conocido ejemplo fuera del cine lo encontraríamos en la literatura, en la obra del americano George Orswell, en su famosa obra “Big Brother”, que aquí se tradujo por “Gran Hermano”, y que hoy en día se ha convertido en una expresión de uso común y generalizado. Pues bien, la traducción correcta sería “Hermano Mayor”, aunque hoy nos suene rara.


Un caso en el que la traducción no tiene nada que ver con el original son las películas de Die Hard. La jungla de cristal, que es el título en español, se aleja totalmente del significado que es algo así como duro de matar.

Uno de los máximos exponentes es el lenguaje utilizado en las películas violentas o de guerra.
El problema o la distinción radican en que muchas de ellas son películas que comienzan a poder ser denominadas de antiguas, de la década de los ochenta, contemporáneas a los temas de los que tratan.

En este tipo de películas abundan los insultos y las palabrotas, algo que nunca han sido los traductores capaces de traducir en todo su esplendor. Por eso nos resulta extraño al ver estas películas que en momentos de máxima tensión, con la muerte en los talones, escuchar expresiones como “cáspita” o “maldición”. Arruinan y mucho el ambiente de violencia pasando a ser hasta cómico.

En materia de palabras mal sonantes es también digno de mención el uso de la palabra fuck en inglés, como adjetivo de otro sustantivo. Que en español nos han querido traducir como jodido/a, dame la jodida pistola y demás. Cuando todos sabemos cuál es la verdadera palabra, entonces porqué no lo saben los traductores.

Para concluir es también importante mencionar cómo los gestos utilizados o la entonación al hablar han creado un estilo apoyado por lenguaje y ya es posible diferenciar, tanto como que una persona es mejicana o argentina, si una persona es mafiosa o es un negro del Bronx.

martes, 3 de marzo de 2009

Leísmo

Qué es y tipos de leísmo
El leísmo es el fenómeno gramatical que se produce cuando se utilizan los pronombres personales átonos de complemento indirecto (le y les) en función de complemento directo en vez de los pronombres personales átonos de complemento directo (la, las, lo o los). Un ejemplo de leísmo sería "Juan le entregó" en lugar de "Juan lo entregó", cuando el pronombre se refiere a un complemento directo.
Se trata de un problema muy extendido, aunque es característico de la mitad norte de España y de ciertos dialectos.
Por ello, la Real Academia Española ha acabado aceptando el leísmo cuando el complemento directo es una persona de sexo masculino (ejemplo: "a Pepe le escuché ayer"). El uso de este tipo de leísmo en plural se desaconseja en el habla culta, aunque no se prohíbe.
Existen otros tres tipos de leísmos, que son el aparente o falso leísmo, el deferente o de cortesía y el de contacto.
Existen verbos que son transitivos pero que pocas veces van acompañados de complemento directo de forma explícita. Esto pasa, por ejemplo, con el verbo "pegar". Esto es lo que origina el leísmo aparente o falso leismo, en el que se le asignan al verbo dativo o acusativo según el significado que se quiere dar. En ocasiones se dice "el boxeador le pegó a su contricante [un puñetazo]" o "el boxeador lo pegó [a su contrincante]".
El leísmo deferente (o de cortesía) consiste en la aplicación de le o les para la segunda persona de cortesía (usted o ustedes). Esto se usa tanto en femenino como en masculino y su uso llega a todas las zonas de habla hispana. La RAE recomienda este tipo de leísmo, que se usa especialmente en relaciones de autoridad. La frase "¿le puedo ayudar en algo?" es un ejemplo típico de este caso.
En zonas en las que se hablan dos lenguas, compartiendo el castellano hábitat con otra lengua, aparece el leísmo de contacto, es decir, que tiene su causa en la influencia de la segunda lengua. Se asimilan los pronombres de dativo y acusativo de forma que en todos los casos se usa le. La RAE lo considera vulgar y se produce por la dificultad que entraña la distinción castellana, que no existe en lenguas como el guaraní o el euskera.
Leísmo en medios de comunicación
Debido a que la zona centro de España es la más prolífica en lo que a medios de comunicación se refiere, es normal que el frecuente leísmo que existe en esta zona haga su aparición en sus respectivos medios.
A continuación los siguientes ejemplos muestran la verdadera realidad el problema en medios tan prestigiosos como El País a día 19 de enero de 2008:
“Ya no es tabú ni pecado. A los 14 años, como media, los adolescentes españoles se estrenan en las relaciones sexuales. A los adultos les sorprende esta precocidad porque la comparan con su propia experiencia, pero si se contrasta con la iniciación de jóvenes de países cercanos no hay lugar para el asombro. Ingleses, franceses o portugueses experimentan antes.”
- Lo correcto en este caso es decir los sorprende. Es cierto que se trata de un leísmo en tercera persona del plural, algo no tan común como el de tercera persona del singular.A pesar de eso no es excusa para un diario de tirada y relevancia tan importante y por su influencia en los lectores y para la sociedad.
Origen y evolución del leísmo
El intento de describir las reglas que rigen el empleo de estos clíticos ha sido un problema ya desde los siglos XVI y XVII, en los que los gramáticos no conseguían ponerse de acuerdo. La problemática se ha mantenido desde entonces hasta nuestros días, pero la continua disparidad de opiniones han definido el leísmo, el laísmo y el loísmo, como fenómenos complejos que todavía no somos capaces de entender.En muchos idiomas el objetivo de ordenar de una forma más sencilla las funciones del dativo y acusativo ha producido un cambio en la forma de uso de uno con otro y viceversa.Este cambio es una innovación del español respecto al latín sin igual en ninguna de las otras lenguas romances. Y supone una tendencia a acabar con la diferencia funcional de los viejos casos del acusativo y el dativo por medio del género.En nuestro idioma perduran solo en su declinación como pronombres.Esta distinción ha desaparecido en la mayoría de los casos, en los que la lengua castellana utiliza preposiciones para sustituirla.